viernes, 1 de octubre de 2010


Yo no tenía ganas de reír, tú reías para no llorar;


Yo le guiñaba un ojo a mi nariz, tú consolabas a tu soledad.
Yo sin ninguna escoba que vender, tú con mil y una noches que olvidar;
A mí no me quería un hombre, a ti se te moría una ciudad.
Tú habías perdido el último autobús, a mí me habían echado de otro bar;
Los mismos alfileres de vudú, el mismo cuento que termina mal.

Pero quiso el cielo bautizar el suelo con su gota a gota y con champú de arena para tu melena de muñeca rota y  tu mirada azul me dijo a cara o cruz
 o cruz

No hay comentarios:

Publicar un comentario